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Más de tres palabras

Quisiera bailar,  y bueno, eso hago me sarandeo, meneo el cuerpo pero no mucho, no quiero destacar y después te miro y veo que disfrutas la canción igual que yo sonrío y me acerco a ti me acomodo entre tus brazos  uno, dos, tres con tres palabras entre A7 y Dm y te meneas conmigo estamos bailando.

El sudor de tu frente

 Es mera enfermedad la tuya de llamarme por la noche susurrando bien mi nombre y lo susurras bien. Abro los ojos lentamente, porque pronuncias bien tu queja y me asustas y me acerco ¿Qué te pasa, cielo? No lo sabes, pero sientes el sudor de tu frente y yo, sin proclamarme enfermera ni madre, pero mujer al cabo me levanto, mojo una toalla y la coloco ahí donde he colocado mil besos Gracias. ¿Te sientes mejor? Sí, gracias. Yo ya no duermo. Te veo dormir.

Desdichada

 Sé que me conocen desdichada aunque luche por ocultarlo lo soy de agonía  y de amor. Desdichada voy  caigo de llanto en llanto y me unto las noches de tus labios y de tus cantos. Mañana también caeré y desdichada iré aunque luche por ocultarlo porque añoro tus labios y añoro las noches que íbamos ocultando.

Dime

 Y entonces dime cómo me desafano de una complicidad gravísima una complicidad como ésta.

Cada vez más lejos

Muy distante eres hoy Y amanezco y me mezco en tus palabras Y en mis sueños te vuelves eterno Como una luz Como el agua Como un punto en el horizonte Cada vez más lejos.

Chapultepec

Chapultepec Encerrada en tus brazos me acostumbré a pedirte abrazos y caminando en el bosque nos quedamos en el porque porque queríamos  o bueno yo quería quedarme más tiempo encerrada en tus brazos  y en tus piernas y en lazos  invisibles esa tarde la recuerdo nublada y oscura y me encantaba verte eres apetecible envoltura mis manos tus manos mis pies y tus pies tomados de las manos huyendo con los pies porque queríamos o bueno yo quería quedarme más tiempo encerrada en tu alma en tus ojos y en tu piel Brisa García

Aquel último beso

En la vida, hay circunstancias que deben ser efímeras porque nada las hace más únicas que saber que han terminado. Una noche, un cuento, un baile romántico, una caricia, un beso y una despedida. Pero qué sabía yo que nuestra despedida sería así, tan fugaz y repentina. Sin duda, fue única. Recuerdo aquel beso, apresurado y pasional porque su autobús saldría en las próximas horas; yo, más apurada aún, debía tomar el metro de Guerrero a Universidad. Me inundaba el miedo porque  ya pasaban de las 9 p.m y en este país saben que es casi un pecado ser mujer que anda sola.  Brisa García